Venciendo la procrastinación
La procrastinación, ese hábito de postergar tareas importantes en favor de actividades menos urgentes, pero más placenteras. Es un problema común que afecta a muchas personas en su vida diaria. Aunque puede parecer inofensiva en un principio, la procrastinación puede tener consecuencias negativas en el rendimiento académico, laboral y personal, así como en el bienestar psicológico. Sin embargo, la ciencia ofrece una serie de estrategias efectivas para combatir este hábito y mejorar la productividad.
Factores emocionales de la procrastinación.
Diversos estudios científicos han investigado las causas subyacentes de la procrastinación y han identificado varios factores que contribuyen a su aparición. Uno de los principales factores es la falta de autorregulación emocional y la dificultad para manejar emociones negativas como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento. Cuando nos enfrentamos a una tarea desafiante o aburrida, es frecuente buscar distracciones o posponer la tarea para evitar enfrentar esas emociones desagradables.
De lo que no somos conscientes es de que postergar las tareas, a la larga, nos produce más ansiedad y agobio. Porque nos queda menos tiempo para completarlas, lo que aumenta nuestro estrés y nuestro malestar; que, a su vez, consigue que no las realicemos. Es un círculo vicioso de malestar, que tenemos que romper en algún momento.
Un factor importante: la percepción distorsionada del tiempo.
Otro factor significativo es la percepción distorsionada del tiempo. Las personas que tienden a procrastinar suelen subestimar el tiempo que les llevará completar una tarea y sobreestimar su capacidad para hacerla en el último momento. Esta percepción errónea del tiempo puede llevar a dejar las tareas para el último minuto, lo que aumenta el estrés y disminuye la calidad del trabajo realizado.
Al final, cuando terminamos la tarea, nos sentiremos insatisfechos con el resultado. Además, al no tener consciencia de que teníamos que haber estimado mejor el tiempo, nos frustramos y repetimos este comportamiento una y otra vez, hasta convertirlo en costumbre.
Venciendo la procrastinación: la base de toda estrategia eres tú.
A continuación, vamos a hablar de aquellas estrategias que, según la ciencia, funcionan mejor. Pero hemos de subrayar que ninguna estrategia, mejor o peor, funciona sin una intención real de cambiar. ¡No existe la fórmula mágica!
Por lo tanto, el primer paso para vencer la procrastinación es tomar conciencia de que está ocurriendo. Darnos cuenta de las razones por las que procrastinamos. A partir de ahí, realizar un trabajo de fondo para gestionar mejor esos factores y nuestro tiempo.

Me gustaría hacer hincapié en este punto. Para tomar conciencia hay que realizar una labor de autoconocimiento, de asumir las dificultades y tomar la responsabilidad de nuestro proceso de cambio. Y esto… no es fácil. Menos cuando la persona no viene porque necesita ayuda o quiere venir, sino porque la traen sus familiares.
Por lo que el proceso no es inmediato. Como todo hábito, lleva un tiempo vencer la procrastinación y si tengo que definir el proceso en etapas serían las siguientes: autoconocimiento, gestión emocional, autorregulación, asunción del problema, establecimiento de objetivos y trabajo. ¡Mucho trabajo propio! Terminaremos venciendo la procrastinación.
Y ahora sí, os dejo algunos tips para que vuestro camino hacia la eficiencia y el bienestar laboral/académico sea más sencillo.
Estrategia uno: Divide et impera.
Afortunadamente, existen estrategias basadas en la ciencia que pueden ayudar a superar la procrastinación y mejorar la productividad. Una de estas estrategias es la técnica del «dividir y conquistar«. Consiste en dividir una tarea grande y abrumadora en tareas más pequeñas y manejables. Esto no solo hace que la tarea parezca menos intimidante, sino que también proporciona una sensación de logro a medida que se completan cada una de las partes, aumentando nuestra motivación.
Estrategia dos: Planificación.
Otra estrategia efectiva es la técnica de la «planificación temporal«. Implica establecer plazos realistas y asignar tiempo específico en el calendario para trabajar en cada tarea. Esto ayuda a combatir la percepción distorsionada del tiempo y proporciona una estructura clara para seguir adelante con las tareas.
Estrategia tres: Mindfulness.
La práctica del «mindfulness» también puede ser útil para combatir la procrastinación. Ayuda a las personas a estar presentes en el momento y a manejar las emociones negativas que pueden llevar a postergar las tareas. La meditación y otras técnicas de mindfulness pueden ayudar a cultivar la atención y la conciencia plena, lo que facilita la concentración en las tareas y reduce la tendencia a distraerse o procrastinar.
Estrategia cuatro: Entorno favorable.
Además de estas estrategias individuales, también es importante cultivar un entorno que fomente la productividad y minimice las distracciones. Establecer límites en el uso de dispositivos electrónicos, crear un espacio de trabajo organizado y libre de desorden, y buscar el apoyo de amigos, familiares o colegas para mantenerse responsable en el cumplimiento de los objetivos. Esta es una de las estrategias que primero ponemos en marcha.
Resumiendo…
Venciendo la procrastinación: es un hábito común que puede tener consecuencias negativas en la vida personal y profesional. Sin embargo, mediante la aplicación de estrategias basadas en la ciencia y el autoconocimiento, es posible superar este hábito y aumentar la productividad. Al dividir las tareas en partes más pequeñas, planificar el tiempo de manera efectiva, practicar el mindfulness y crear un entorno propicio para el trabajo, podemos erradicar la procrastinación y alcanzar nuestros objetivos con éxito.
No obstante, si no es suficiente con estas estrategias, busca la ayuda de un profesional que te ayude a establecer objetivos y en tu crecimiento personal para poder abordar este problema que afecta a mucha gente y puede llegar a afectar nuestra salud mental.
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